Respeto y silencio: Cohesión e identidad en un espacio ritual: la limpieza de los “santos restos” en el cementerio maya de Pomuch Campeche.


Lázaro Hilario Tuz Chi
Universidad de Salamanca
Doctorado en Antropología de Iberoamérica



Pomuch, es una pequeña población maya enclavada en la region denominada del Camino Real, en el estado de Campeche, sus características culturales no difieren en mucho con los del resto de la zona ya que las manifestaciones culturales de los demás pueblos comarcanos tienen similitud en cuanto a estilo cultural y manifestación social, además que la lengua maya peninsular (maya yucateca) es la lengua originaria que se practica en una parte de la población.

Esta ponencia es resultado de una investigación más amplia iniciada en el año 2003 como parte de un trabajo sobre los rituales mortuorios en el Camino Real de Campeche, En este periodo se lograron importantes avances en la investigación, determinando propuestas que explicaban la importancia del ritual de cambio de mantos y limpieza de restos óseos como forma de cohesión social al interior de las familias mayas que participan en el ritual.
En los trabajos del año 2004, se le dio continuidad, logrando definir los espacios rituales como elementos de continuidad generacional y espacial de las familias con los difuntos. Al mismo tiempo, se pudo comprobar como el ritual mismo representaba una manifestación ancestral de reconocimiento parental a decir de las formas en que eran colocados los restos en los osarios. Las mismas representaciones evocan consecuentes manifestaciones de afecto y reconocimiento social del vivo hacia el muerto, per tambien el ritual esta funcionando como espaciompropiciatirio de renovación en el ciclño de vida maya, ya que la muerte es un paso hacia otro nivel de conciencia superior en el que las ánimas comparten el ool con la naturaleza misma, las ánimas reciben su respectiva honra a cambio de favores que puedan otorgar a los familiares, asi se solicita a los familiares muertos laEstos datos aun inéditos se encuentran en proceso de revisión continua lo que ha permitido reinterpretar el sentido del ritual como momento sagrado en donde el maya intima con su pariente muerto.
En esta casuística interpretamos en base a la experiencia a través de una praxis desde dentro y hacia adentro, lo que nos ha permitido exponer con mucho más objetividad las representaciones rituales mortuorias de los pueblos mayas del camino real.
La sociedad maya peninsular, manifiesta una serie de costumbres rituales, plagadas de subsecuentes representaciones simbólicas, Un enriquecimiento gradual de los rituales a partir de los mismos momentos modernizadores, pero con una esencia propia que caracteriza la permanencia y la subsistencia al interior de los pueblos mayas como parte de una conciencia social.
A manera de justificación geográfica, el área llamada del “Camino Real” o “Noh Beh” forma parte de una serie de pueblos que se interconectan entre sí y comparten un mismo patrón cultural, los pueblos de Pomuch, Pocboc, Dzitbalché, Tepakán y Bécal, además de las cabeceras de Tenabo Hecelchakán y Calkiní conforman la zona maya del norte del Estado Campeche; su identidad se refuerza a través de las actitudes y modos de comportamiento de los mayas de ésta zona.
Aunque políticamente se conoce a esta área como del Camino Real, esta región la he clasificado de manera que queden claras las características culturales que presentan. Los pueblos que lo conforman comparten rasgos lingüísticos similares, es decir se habla el maya peninsular, (la misma lengua que el maya de Yucatán y Quintana Roo) iguales costumbres ancestrales, igual vestimenta e incluso una ideología similar; en fin, los pueblos de esta demarcación, comparten rasgos comunes que los identifican entre sí. Una región donde se adhieren relaciones tanto económicas como culturales.
Los espacios de investigación seleccionados son los cementerios de los pueblos mencionados ya que son en estos espacios donde se genera una dinámica particular en los rituales mortuorios: la limpieza de los “santos restos” y el cambio de paños (o de ropas) a los difuntos.
Antecedentes:
Los primeros reportes que se tienen de las costumbres funerarias en el área maya peninsular durante el periodo colonial, se desglosan en trabajos de índole histórica en cronistas como Diego de Landa, López Cogolludo, y de importantes antropólogos como Alberto Ruz o Hilaria Maas Colli, entre otros, que presentan una amplia propuesta etnográfica de los procesos rituales mortuorios actuales, otros investigadores se han preocupado por la antropología física y las estructuras fisiológicas de los mayas peninsulares como el caso puntual de Vera Tiesler por mencionar algunos.
Sin embargo, la amplia posibilidad de adentrarse al mundo simbólico de la muerte entre los mayas peninsulares, nos ha permitido recorrer aquellos espacios físicos que ritualmente fungen también como espacios naturales de cohesión social, el caso particular, los osarios en el cementerio de Pomuch, al parecer están fungiendo como espacios de conexión entre lo animado y lo inanimado, entre lo vivo y los muerto.
Nuestras investigaciones nos llevan a explicar que los rituales propios de los cementerios, no son meras representaciones superficiales de los creyentes, sino más bien, pretenden explicar un sentimiento más allá de lo mero representativo. Una mezcolanza de devoción y reconocimiento parental hacia el difunto como parte de la familia aun después de la muerte, simplifica el pensamiento abstracto de respeto y comunicación entre vivos y muertos. Se entiende, entre los habitantes de Pomuch, que el difunto forma un eslabón más de la generación, de ahí la importancia de preservar los restos, es decir, es una forma de dar continuidad al reconocimiento y al espacio familiar del difunto al interior del árbol genealógico.
Los reportes obtenidos en nuestros periodos de campo, nos permitieron sondear algunas manifestaciones que ya no existen actualmente relacionadas a las costumbres funerarias de los habitantes de Pomuch: Por ejemplo, la costumbre ancestral que se tenía de llevar, depositados en unas cajas de madera, los restos mortales de los difuntos a las casas para hacerles las honras fúnebres después de la exhumación, la estadía de los restos mortales en lo que algún día fue su casa se prolongaba nueve días que duraba la “novena”, después de este tiempo se le regresaba al cementerio para ser depositado en su osario, esta práctica se continuó realizando hasta hace alrededor de 35 años, cuando la secretaria de salud prohibió esta añeja práctica, Debemos reconocer que aun falta documentar con más detalle esta costumbre ancestral que ahora solo se encuentra en la memoria de los mayores quienes participaron directamente en este extinguido rito funerario.
Por tanto, y considerando que el cementerio de Pomuch se presenta como lugar de recogimiento, es espacio ideal de devoción. Sin embargo, al interior del cementerio se da una dinámica micro espacial, la cual he denominado “espacio sagrado” ya que dentro de su función, se establece un vínculo directo entre los vivos, los deudos y los muertos representados en los restos óseos de los parientes muertos.
Los osarios o como los he denominado: “espacios sagrados” en el cementerio de Pomuch forman parte de un eslabón histórico de tiempos inmemoriales.
Las manifestaciones rituales de limpieza de restos y cambio de paños una semana antes de iniciar las ceremonias del día de muertos, pueden considerarse de importancia cultural única en México por su significación simbólica. El eje del mundo, es un punto en el que rige la cosmogonía de los habitantes de Pomuch, y se centra en los osarios de sus difuntos, las fechas importantes en el calendario común del maya católico de Pomuch se representan en ocasiones con el cumpleaños del fallecido, cuando se le hace el “cabo de año” del difunto, algunas familias les llevan comida a manera de ofrendas. (Se detectó esta costumbre puesto que en algunos osarios de Pomuch se encontraron restos de comida, pozole, chocolate, agua y dulces, depositados en jicaras o en tazas de barro. En la fiesta anual del pueblo de Pomuch (mes de abril) se visita el cementerio y se cambian los manteles, al igual que el día de las madres (10 de mayo)
Sin embargo, es para los días de Todos los Santos y Fieles Difuntos (1 y 2 de noviembre) en que el osario, el espacio puntual de recogimiento, devoción y de intimidad entre el vivo y el muerto, se convierte también en espacio de comunicación personal entre el hombre maya y su difunto. La intimidad es ante todo el punto medular del ritual, se establece una comunicación directa con el difunto a través de sus restos, se le puede ver y se le habla como si estuviera vivo, se le cuestiona y se le cuentan las cosas sucedidas durante el año, se le acaricia y se le venera, se le “baña” y se le depositan ofrendas como agua, veladoras y flores, se le pinta su “casa” como el maya de Pomuch acostumbra en su casa familiar, y son los colores llamativos de las fachadas de las casas del pueblo con las que se pintan los mismos osarios “para que el difunto se sienta cómodo, pues así también se pintan las casas para las fiestas del pueblo,”
Pero, el difunto debe estrenar ropa: esa es la función del manto bordado especialmente para la ocasión, La función simbólica del manto mismo significa la pureza del hombre que ya comparte el mundo de los santos, de ahí las concepción de los “santos restos” las mismas letanías en los rezos cristianos, comúnmente recitados por los deudos durante el ritual, invitan al difunto a comulgar con ellos y a sentirse purificados: “¡Salgan, salgan ,salgan, ánimas en pena, que el rosario santo, rompa sus cadenas!”.
, “los santos (sic) restos, deben ser adorados como se adoran a los santos de las iglesias porque han pasado por la pasión de cristo y al cristo se le viste con su mantel, nuestros difuntos también son santos y debemos vestirlos con manteles, además es su día de fiesta.” Y en este ritmo de la vida y de la muerte maya se consolida el uso de los mantos como ropas.
Se ha observado que entre la gente del pueblo de Pomuch, como en las demás poblaciones para el día de las fiestas anuales, se acostumbra “estrenar la ropa” es decir, se compran ropas nuevas, ( e inclusive ajuares completos) que al mismo tiempo se lucen en los bailes y las corridas de toros. Esta misma manifestación, al parecer tiene continuidad en el día de los fieles difuntos en que las ánimas llegan a convivir con los vivos, ellos, (los difuntos) de acuerdo a la mentalidad del maya de Pomuch, también merecen “estrenar ropa”. El paño bordado para la ocasión tiene la función de vestido. Los colores de los bordados en los paños también manifiestan estatus y nivel familiar, ya que existe una clara división de género y edad entre los restos que se representan en los mismos colores mencionados. Según el nombre del difunto, los restos de adultos varones, como de mujeres y niños o niñas se logró distinguir una serie de colores y figuras representativas en los manteles, mismas que se explican en el siguiente cuadro:


GENERO FIGURAS REPRESENTATIVAS LOCALIZADAS EN BORDADOS COLORES COMUNES EN LOS BORDADOS
HOMBRE ADULTO Cruces entrelazadas y flores (principalmente rosas) bordadas con hilos de algodón o lino fino, escasamente se detectaron figuras de ángeles, Los colores comunes en los bordados son el rojo intenso, el lila, el azul y el verde en los bordados de las flores, el negro y café para el bordado de las cruces y el nombre del difunto, las figuras de los ángeles se encontraron bordados de colores opacos, gris, principalmente o café.
MUJER ADULTA Cruces entrelazadas, imágenes de santos, abundancia de flores, (principalmente rosas)
Se detectó la presencia de ángeles en los bordados Los colores comunes son el rojo claro, (ocasionalmente el rojo intenso) el rosa, el amarillo, el azul marino y el lila en los bordados de las rosas y flores, los colores utilizados en las cruces entrelazadas o solas, al igual que en los grabados de los nombres de los difuntos fueron principalmente el gris y el negro. Las figuras de los ángeles se encontraron bordados en colores negros, grises o cafés.
NIÑO Principalmente la presencia de bordados de ángeles y querubines a los costados de los nombres (cuando los hay) escasa presencia de cruces, abundancia de flores con colores vivos, amarillo y verde intenso o rojo, los bordes de los mantos tienen arandelas de colores azul o amarillo. Los colores en las flores son el rojo claro, azul y verde, los bordados de ángeles son comúnmente de color café o azul,
NIÑA Presencia de bordados de ángeles y querubines a los costados de los nombres, también hay una escasa presencia de cruces y hay abundancia de flores y rosas, los bordes de los mantos también cuentan con arandelas. Los colores en las flores son el rojo claro, el rosa, el verde, el amarillo el gris. Los bordados de los ángeles son comúnmente de color rosa.

Los restos funerarios:
Los restos óseos, comúnmente se depositan en urnas de madera realizadas exclusivamente para contenerlos, se localizan huesos depositados de manera que los huesos de las falanges, los tarsos y metatarsos queden debajo, las partes que corresponden a la tibia y el peroné quedan inmediatamente después, seguidas de la pelvis, las vértebras, las costillas, el omoplato y los húmeros en forma de cruz sobre los demás huesos , el cráneo preside la caja y es depositado siempre encima del resto de huesos, los huesos áridos o desgastados son depositados en bolsas de nylon ya que se cree que no debe perderse parte alguna del hueso del difunto, por lo que hasta el polvo que se forma de la erosión de los huesos durante el año y que queda depositado en los paños, se tiene que guardar. En ocasiones se conservan los cabellos y cuando se realiza la limpieza se procura mantenerlos como originalmente están, conservando inclusive la peineta de la mujer o los prendedores que utilizo en sus funerales.
Se localizan restos momificados, como consecuencia de los medicamentos que en vida consumió el difunto y que al morir se mantuvieron en su cuerpo evitando la pudrición, o bien por el embalsamamiento de que fue objeto al momento de fallecer.. Estos cuerpos que aun conservan sus carnes secas, también son exhibidos ya que “también son seres humanos”, aunque alrededor de ellos se construyan historias de brujería o hechizos que dejan mucho espacio a la imaginación.
Entre los habitantes de Pomuch, el sellar los osarios para que no se puedan exhibir los restos traería castigos para los familiares puesto que según su visión no podrían ya ver la luz del sol y por tanto sus almas quedarían encerradas en los osarios lo que molestaría a los espíritus y les harían daño Esta misma visión la comparte el resto de la población que aun practica el ritual, incluso lo ejemplifico con un caso que aconteció en el pueblo de Pomuch:
"Que en cierta ocasión una familia al exhumar los restos de un pariente muerto, decidieron depositarlo en un osario, pero como tenían rencillas con otros parientes cercanos del difunto, los primeros optaron por sellar completamente el nicho para que los segundos ya no pudieran visitar ni ver los restos, pero al poco tiempo de este hecho un familiar de los que habían cerrado el osario, comenzó a sufrir calenturas, dolores de cuerpo y vómitos intensos, fue llevado con varios médicos pero ninguno pudo hacer algo por él, finalmente tuvieron que acudir con el Jmen del pueblo, quien les dijo que la enfermedad era causada por un espíritu de un pariente muerto el cual habían encerrado en su osario en el cementerio, que era preciso realizarle un novenario al difunto y volver a abrir el nicho donde éste se hallaba, de lo contrario el enfermo moriría irremediablemente. Prontamente como fue dicho esto, se dispuso la apertura del osario, se procedió a limpiar los restos, cambiar el paño viejo y se le hizo su novenario al difunto en señal de clemencia, poco tiempo después de acabado el último rezo el enfermo se fue aliviando"
Este relato, deja entrever el riguroso respeto que se siente por los parientes muertos y la causa por los que es importante mantener abiertos los osarios para los habitantes de Pomuch, es decir, se busca el contacto con el difunto, se acepta la posición del familiar muerto en el seno de la familia y se le reconoce como miembro de la misma, pero lo más importante busca dar continuidad al reconocimiento parental ante las generaciones venideras.
Esta manifestación de fervor y “adoración” como literalmente se reconocen a los restos de los difuntos, son comunes en estos dos pueblos. El recuerdo del difunto pervive de generación en generación, se le reconoce su estatus en la familia aun después de muerto y los lazos parentales se solidifican.
Para los mayas de Pomuch, la muerte es solo un proceso por el que hay que pasar, pero la presencia física del difunto al que se le ve, se le toca y se le habla, es garantía de continuidad generacional y de reconocimiento como ancestro.
El pariente que se visita en el cementerio denomina el origen de la progenie, lo que al mismo tiempo garantiza la continuidad del lazo parental, de ahí la importancia que los descendientes del difunto que viven fuera del pueblo por razones de trabajo, inmigración, etc, peregrinen hacia Pomuch en estas fechas para estar en comunicación directa con sus ancestros, “ si algún día se prohíbe que se haga la limpieza de los restos para estas fechas, yo dejo de asistir” comentaría en entrevista informal un profesor oriundo del pueblo y que llegó de Veracruz con sus hijos y su esposa para visitar a sus padres y abuelos fallecidos, “es una obligación y una costumbre, tenemos que estar con ellos porque forman parte de nuestra familia, además los podemos ver y platicar directamente con ellos.” Mientras pinta de colores llamativos un osario conteniendo los restos de sus padres, y uno de sus abuelos.


EL ESPACIO RITUAL PRIVADO:
Como mencionamos hace unos momentos, el espacio ritual privado es aquel sitio que por su significado cosmogónico se transforma en el lugar intimo de regocijo y comunión.
El osario, funciona como tal desde el momento en que es construido para dar cabida a los “santos restos” .
Podemos suponer que éste espacio privado funciona principalmente como “casa” para los difuntos ya que además de contener los restos, también puede contener alguna pertenencia que en vida llevó el morador del osario,
Esta propuesta se ve reforzada con el posicionamiento de los restos en el osario que nos dejan entrever una manera de definir el estatus del familiar fallecido y su posición al interior del resto de los difuntos ya que comúnmente si se trata de un osario con compartimentos, se pueden localizar a los ancianos en la parte superior y los hijos o nietos fallecidos en las partes inferiores, o bien si se trata de un osario multifamiliar, los restos que tienen acceso directo a la calle o que “miran” a la calle son de los ancianos principalmente quedando relegados a los costados izquierdo o derecho el de los hijos o nietos.

Comentarios finales:
En nuestro continuo andar por el cementerio de Pomuch, no podemos mas que regocijarnos con el profundo respeto que se siente ante la muerte, como mencionamos en líneas anteriores, para el pomuchense, puede ser motivo de orgullo el hecho de ser enterrado en el cementerio antiguo o en el de la segunda sección, ya que es ahí donde moran todos sus ancestros, pero por el ser enviado a un cementerio nuevo, como sucede en la actualidad se cree que daría lugar a un abandono de la familia ya que el peregrinar anual al cementerio se hace en el anterior y se teme que al morir sean enviados sus restos mortales al nuevo cementerio.
Aun así se toma con optimismo este posible hecho ya que se entiende que la saturación del antiguo cementerio imposibilita el que se continúen realizando inhumaciones , aunque aun la preferencia por “ser enterrado” en este “privilegiado sitio” aun continua latente.
Por otra parte, podemos vislumbrar una continua dinámica ritual del cambio de paños ya que el arraigo generacional es aun muy fuerte, existe una identidad familiar, el mismo que permite la cohesión de la parentela, ya que indudablemente se reconoce al familiar muerto como parte de la familia.
Los estudios al respecto nos han llevado a indagar en otros sitios donde podríamos encontrar similares ceremonias rituales como las de Pomuch, así pudimos localizar una costumbre en el pueblo maya de Tiholop, donde aun se continua llevando los restos de los difuntos a las casas después de cuatro años enterrado, se depositan en urnas de metal, se les construye su “casa” y se les trata como de la familia, se les ofrecen alimentos y se les recuerda en las fechas de fiesta.
Debemos reconocer que aun estamos en una etapa de temprano análisis de estas costumbres funerarias actuales en estos sitios , sin embargo hemos logrado obtener información que nos puede ayudar a entender como la cohesión familiar en relación a sus difuntos aun priva en la cosmovisión de los mayas actuales peninsulares y dinamiza la vida y la existencia.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Estrategias de supervivencia del Pueblo Maya, Por Edgar Rodríguez Cimé